

En nuestros días, cada vez son más frecuentes las hipotecas con plazos de amortización superiores a 50 años y destinadas, sobre todo, a los clientes más jóvenes. Facilitan el acceso a una vivienda desde una edad temprana, al obtener una vía de financiación muy amplia y con una cuota mensual muy baja. Al ser un crédito de larga duración, se prevé que en caso de fallecimiento de los titulares, sean los herederos quienes decidan si optar por continuar con los pagos o bien liquidar la hipoteca, como sucede en las hipotecas hereditarias.
La novedad respecto a los plazos de amortización de los créditos hipotecarios ha llegado de la mano de algunas empresas de financiación personal, que han decidido confeccionar un préstamo que se amplía hasta 90 años.
Se trata de dar a conocer entre los usuarios un nuevo modo de acceso a la vivienda, con la contratación de un servicio muy similar a las llamadas "hipotecas hereditarias" que se comercializan en los países del área anglosajona y en Japón, donde ya es habitual que estos créditos pasen de una generación a otra. El endeudamiento en este tipo de préstamos se prolonga durante toda la vida de los demandantes y algunas de las cuotas pasan a la siguiente generación como parte de la herencia.
En nuestro país el periodo medio de amortización de una hipoteca se sitúa entre 20 y 25 años. Sin embargo, debido al aumento de la esperanza de vida (81 años), las entidades financieras ya confeccionan créditos hipotecarios más amplios (entre 50 y 52 años). Hasta el momento, no son muchas las entidades que han ampliado estos plazos de amortización. Entre ellas podemos destacar BBK, Caja Duero, Caja Canarias, Caja Vital y Caja Ávila.
Si bien, lo habitual es que estas entidades financieras concedan como plazo máximo de sus hipotecas hasta que el cliente cumpla los 70 años.
Fuente: Eroski/Consumer