La feroz competencia internacional en este sector y los vertiginosos cambios tecnológicos obliga a muchas empresas tecnológicas a replantearse su actividad y, en el peor de los casos, a echar el cierre. Una de las últimas afectadas ha sido Kodak, que irá abandonando de forma progresiva la fotografía a lo largo del primer semestre de 2012 con el objetivo de recortas costes e intentar salvar una situación tan complicada, según ha explicado en un comunicado.
Con la finalidad de lograr la supervivencia de la empresa, ampliará licencias a partir ahora de ahora y buscará nuevos licenciatarios para las cámaras, que podrían suponer entre 2.000 y 3.000 millones de dólares según los analistas. Del mismo modo, como parte de la nueva estrategia de la empresa, se ofrecerán servicios de impresión de fotografías 'on line' y en tiendas físicas, así como impresión de inyección de tinta de sobremesa. Kodak realizará de forma inmediata una provisión cercana a los 30 millones de dólares, que se espera que genere unos 100 millones de dólares anuales.
La gran duda que surge es si estas medidas tan drásticas y este giro tan radical en su actividad le permitirá sobrevivir. La realidad es que nos genera serias dudas la posible viabilidad de la compañía a partir de este momento, aunque la empresa señala que esta decisión se ha tomado teniendo en cuenta también que los negocios digitales conforman tres cuartas partes de sus ingresos totales. Kodak ha señalado que también seguirá ofreciendo otros servicios y productos, como kioskos fotográficos en tiendas y minilaboratorios digitales de impresión en seco, aplicaciones para Facebook y su servicio Kodak Gallery, así como presencia en el sector de las pilas, baterías, accesorios y negocio tradicionales de película y papel fotográfico.
Lo que es seguro es que este cambio en su actividad era la única opción posible teniendo en cuenta la millonaria deuda que acumulaba. Tan sólo con Hollywood esa deuda es ya estratosférica. Tal es así, que Eastman Kodak tuvo que solicitar la retirada de su nombre del teatro que alberga la ceremonia de entrega de los Oscar, el Kodak Theatre. El acuerdo firmado hace una década obligaba a Kodak a pagar 75 millones de dólares anuales para que su nombre apareciera durante 20 años en la fachada de dicho teatro.
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