¿En qué consiste el arbitraje?

El arbitraje aparece reflejado en muchos de los contratos o cláusulas que pasan por nuestras manos a diario, pero realmente ¿sabes en qué consiste? Sigue leyendo porque te lo vamos a explicar a continuación.

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admin
lunes, 24 julio, 2023

¿Qué es el arbitraje?

El arbitraje es el procedimiento en el que dos partes en controversia se someten voluntariamente a un árbitro o Tribunal arbitral (varios árbitros) para que dicte una solución al conflicto que debe ser acatada por las partes.

Cuando llegamos al acuerdo de resolver un conflicto por medio del arbitraje estamos aceptando no recurrir a la Justicia ordinaria, es decir, a los Tribunales, y acudir a un procedimiento privado.

Las partes proponen al árbitro y,  entonces,  se lleva a cabo una vista del proceso en la que el árbitro neutral acaba por decidir de parte de quién está la razón en el caso concreto.

Los procesos que se someten a arbitraje son confidenciales entre las partes, no como en el caso de las sentencias ordinarias que son públicas. Las partes están obligadas a acatar el fallo del árbitro que se llama laudo arbitral y no podrá acudir al Tribunal por la misma causa.

¿Qué es el arbitraje?

Cuidado con la letra pequeña de lo que firmamos

Ya hemos dicho que las partes deben estar de acuerdo en acudir al arbitraje porque esta opción no se puede imponer.

Esto es cierto en todo los casos,  aunque muchas veces una de las partes no es consciente de que se está sometiendo al arbitraje en caso de conflicto. Esto se debe a que estas cláusulas están dentro de la letra pequeña de muchos de los contratos que firmamos.

También sucede,  en ocasiones,  que se firma esta renuncia a la justicia ordinaria optando por la vía del arbitraje porque no hay más opciones ya que de no firmar el contrato nos vemos perjudicados. En este caso,  hemos de ser conscientes de los problemas en que nos podríamos encontrar en el futuro sin poder acudir a la justicia, por lo que conviene entender muy bien qué estamos firmando.

En resumen el arbitraje es un buen procedimiento para muchos tipos de controversia, pues es más sencillo y rápido que un juicio y su resultado es definitivo y ejecutable. Como punto negativo tiene que suele ser más caro que un juicio, aunque al ser su resultado definitivo y no admitir apelación puede compensar en muchos casos.

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