

Da la sensación de que firmar una capitulación matrimonial justo antes de casarse es dar a entender que no confían el uno en el otro, y es precisamente ese "alarde" de confianza el que luego suele traer problemas ya que, en caso de separación, todo va a ser mucho más complicado. En otros casos, se trata de un mero desconocimiento de estas cuestiones legales.
Las capitulaciones matrimoniales son un contrato que puede firmarse antes o durante el matrimonio con el fin de fijar sus normas económicas siempre que lo hagan dentro de la ley y que se hace en escritura pública ante notario. Posteriormente, deberá ser inscrito en el Registro Civil para que actúe a todos los efectos y en el Registro de la Propiedad si afectara a bienes inmuebles.
Cuando se firman unas capitulaciones, aunque pudieran establecerse otro tipo de condiciones -como por ejemplo, el cuidado de los padres-, suelen ser para regular los aspectos económicos, pudiendo elegir entre saparación de bienes o participación. Por defecto se establece una sociedad de gananciales, un régimen de bolsa común, donde ambos son propietarios a partes iguales de todo lo que ingrese o posea la pareja.
Un matrimonio con separación de bienes parte de la independencia de los esposos en el plano monetario: cada uno mantiene la plena propiedad y libre disposición y administración de los bienes que tenía de soltero, así como de los que adquiera una vez casado por el motivo que sea (salarios, rendimientos de los bienes o capital, herencias y donaciones, etc...). La ventaja de la separación de bienes no es sólo con vistas a una futura separación que simplificaría el proceso y evitaría costes y peleas innecesarias. Dentro del matrimonio también facilita la gestión, sobre todo si hay empresas o negocios de por medio. Además, pueden existir bienes comunes que pertenezcan a ambos indistintamente, así como gastos de la familia que sean sufragados a partes iguales.
Por último, está el régimen de participación. En principio es muy parecido al régimen de separación de bienes y como tal funciona, pero una vez finalizado los esposos hacen recuento de sus bienes y calculan lo que tenían y cómo se ha revalorizado, comparando desde el principio hasta el momento de la disolución, de tal manera que cada uno de los esposos habrá obtenido un beneficio o una pérdida económica. Así, la parte más favorecida compensará a la otra de manera solidaria.